Un Hombre Rico y Otro que es Pobre

   1. Lea el capítulo diez de San Marcos.
   2. Lea esta lección y haga el exámen número ocho.

   En todo el mundo podemos encontrar a personas ricas y a otras que
son pobres.   Unos enseñadores se hacen ricos enseñando mentiras.
Cuando el Hijo de Dios estaba en el cielo todo era suyo, era rico.   Pero
dejó todo esto para venir al mundo a ser nuestro Salvador.   Trabajó como
carpintero y luego como maestro.   Siempre fué pobre y siempre enseñó
la verdad.

   En el capítulo diez encontramos su enseñanza acerca del matrimonio
(vs. 1-12) y acerca de los niños (vs. 13-16).   Vuelva a leer estos versículos
con cuidado.

   Luego viene un joven rico preguntando qué debía hacer para obtener
la vida eterna.   El Señor le dijo que debía guardar la ley de Dios (v. 19).
Este hombre creía que siempre había obedecido esta ley pero su dinero
le impedía creer en Dios.   Jesús le amó, le hablo la verdad y el joven se
fué muy triste.   El Señor dijo a sus discípulos que era difícil que un rico
encontrara la salvación.   De hecho, es imposible que un rico se salve a sí
mismo.   Pero para Dios no hay nada imposible.   Cristo sí puede salvar.

   Cristo lo dejó todo para poder salvarnos y quiere que nosotros
estemos dispuestos a dejar todo para seguirle.   En el versículo 28 Pedro
dice que él y los demás discípulos habían dejado todo lo que tenían pero
Jacobo y Juan querían un lugar de privilegio cuando Cristo vuelva en
gloria (vs. 35-37).   El Señor no les prometió ese lugar.

   Cerca de Jericó un mendigo ciego estaba sentado junto al camino.   La
gente no le permitía acercarse a Jesús (v. 48), pero Jesús se detuvo, y le
llamó y le devolvió la vista.

   Hoy hay muchas personas que tratan de impedir que usted se acerque
a Cristo, pero Cristo le llama a arrepentirse y recibirle a él.   Si usted
acude a él, él le ayudará.   Cristo no le dió dinero a este mendigo; le dió
algo mucho mejor.   A usted le dará el perdón de pecados y la vida eterna.

   Para darnos vida él dió su vida.   El murió por nuestros pecados.   Como
pecador usted no puede pagarle a Dios lo que le debe pero Cristo pagó
toda la deuda.   Con la deuda pagada usted puede ser libre.   Cristo ha
hecho todo y usted sólo tiene que arrepentirse, creer, aceptar y
agradecer lo que él ofrece.

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