El Hijo de Dios

   1. Lea desde el versículo 27 del capítulo ocho hasta el fin del nueve.
   2. Lea esta lección y luego haga el exámen número siete.

   Jesús fué el Siervo perfecto de Dios pero hemos visto que unos no
creían en él.   Unos pensaban que era un hombre malo pero otros que era
un gran profeta (v. 28).

   Pedro y los otros discípulos sí creían en él.   Sabían que era el Cristo y el
Salvador del mundo (v. 29), pero no sabían que tendría que morir para
poder salvarnos (lea 8:31-38 y 9:31).   Dios ha declarado que todos los
hombres son pecadores y que los pecadores deben morir.   Jesús no era
pecador y él murió por nosotros.   Podemos ser salvos al creer en él.   El
Señor también dijo que resucitaría (8:31 y 9:31).   Hoy está vivo y puede
salvar a todos los que creen en él.

   En el capítulo 9:1-13 el Señor subió a un monte con Jacobo, Pedro y
Juan.   Allí cambió de apariencia delante de ellos y su ropa se volvió
brillante y blanca.   Los discípulos vieron a Moisés y a Elías hablando con
Jesús.   Luego oyeron la voz de Dios que decía: "Este es mi Hijo amado; a
el oíd."   Antes de la creación del mundo Cristo, el Hijo de Dios, estaba
con su Padre en el cielo.

   Dios creó el cielo, la tierra y todos los hombres.   El puede hacer todas
las cosas.   Pudo venir al mundo haciéndose hombre.   Amó a los hombres
y por eso quiso venir al mundo y ser como ellos.   Esto es lo que ocurrió
cuando la virgen María dió a luz a un niño.   Su nombre fué Jesús y era
Hijo de Dios.   Cuando decimos que Jesús es Hijo de Dios debemos recor-
dar que estaba con su Padre antes de la creación del mundo.   El Hijo de
Dios no fué creado por su Padre.   El vino al mundo y nació como niño
humano.   El y su Padre son una persona.

   Siendo hombre era posible que diera su vida y sufriera la muerte.
Siendo perfecto, sin pecado, pudo morir en lugar de nosotros.   Siendo
Hijo de Dios su vida tiene valor infinito y vale a favor de los hombres.
Así que dió su vida en la cruz por todos nosotros (10:45).

   En la parte final del capítulo nueve vemos al Hijo de Dios sanando a
los enfermos y enseñando muchas cosas.   Al leer estos versículos
pregúntese si el Hijo de Dios es su Salvador personal.

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