Haciendo la Voluntad de Dios

   1. Lea el primer capítulo del Evangelio de Marcos.
   2. Lea esta lección y haga el exámen número uno.

   Marcos nos relata la historia de la vida del Señor Jesús, el gran Siervo
de Dios.   Jesús siempre agradó a su Padre en todo.

   En los versículos 1-11 vemos que Juan vivió cerca del río Jordán y que
bautizaba a los que, reconociendo su pecado, acudían a él.   Un día llegó
Cristo, aunque él nunca había pecado.   Cuando fué bautizado, Dios
habló desde el cielo diciendo que estaba muy contento con su Hijo.
Después de esto Satanás quiso hacer pecar a Cristo (vs. 12, 13), pero
yemos aquí y en otras partes de la Biblia que Cristo nunca pecó.

   Luego Jesús encontró a cuatro hombres y los llamó para que le
siguieran y fueran siervos de Dios (vs. 14-20).   Dejaron todo y le
siguieron.   Querían aprender la verdad y querían ayudar a Cristo.

   En la ciudad de Capernaum, Jesús entró en la sinagoga y sanó a un
hombre que tenía un espíritu malo.   Luego fué a una casa y encontró allí
a una mujer enferma.   Era la suegra de Simón Pedro.   Tomándola de la
mano la levantó y en el acto se le quitó la fiebre (vs. 21-31). Más tarde,
mucha gente se acercó a Jesús buscando alivio de sus enfermedades.
Jesús amaba a los hombres y sanó a todos los que vinieron a él.   Dios ama
a los hombres y Jesús, su Siervo, los ama también.

   Luego un hombre enfermo de lepra se acercó al Señor.   La lepra es una
enfermedad terrible.   Un leproso no puede curarse a sí mismo. Hoy hay
ciertos tratamientos que ayudan mucho, pero sin ayuda, un leproso va
muriendo poco a poco.   El hombre que ha desobedecido las leyes de Dios
se parece a un leproso.   Es pecador y necesita quien le salve de las conse-
cuencias de su pecado.   Si muere sin perdón será castigado.

   Este leproso hizo bien en acercarse a Cristo.   Le dijo: "Si quieres,
puedes sanarme."   Sabía que Jesús podía sanarle pero no estaba seguro
que Jesús quisiera hacerlo.   Pero Jesús le tocó con la mano diciendo:
"Quiero, sé limpio."   Vemos que Cristo le amaba y que tenía poder para
sanarlo.   Hemos aprendido que Dios nos ama a tales pecadores como
somos nosotros, y que Cristo puede perdonarnos y salvarnos de los
resultados de nuestro pecado.

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